Por eso los directivos y también las personas en general necesitamos
liberar nuestros corazones del encorsetamiento de la mente y retornar a nuestra
esencia verdadera. Porque una vez liberamos nuestros corazones surge una
sensación de claridad, confianza y plenitud. Las decisiones que tomamos son claras,
contundentes, humanas aportando bienestar y riqueza tanto internamente como
externamente.
Hemos estado buscando en el lugar equivocado, poniendo toda
nuestra atención afuera, pero se trata de ir adentro porque está dentro de cada
uno de nosotros.
No sé si te has
dado cuenta de que la mente vive un estado de contradicción constante. Cuanto
más fuerte es la confusión mayor es el desorden que generamos al actuar y ese actuar resulta que genera más insatisfacción más frustración. Fíjate que
hablamos de paz y nos preparamos para luchar, hablamos de no ser violentos y somos
violentos, hablamos de amor y estamos llenos de deseo de poder, de estatus, de
afán competitivo.
A nivel interno es un “quiero” y al mismo tiempo “no quiero”
o ·debo hacer esto” o “no debo hacer aquello”… es un desacuerdo constante. La única cosa
tóxica en el planeta es la mente humana porque está centrada en el miedo, en
la escasez, en la carencia, en una falsa ilusión de competencia.
Por lo que llegado a este punto ¿No crees que urge plantearse la necesidad
de liberar al corazón?
Cuando hablo del
corazón me refiero a la conciencia, es un estado interno del SER humano en el
cual no interviene el proceso del pensar y sé que esto nos asusta porque es un
salto al vacío o no nos lo creemos porque nos identificamos con el pensamiento,
creemos que somos el pensamiento y el solo hecho de pensar que no hay que
pensar o que hay que pensar menos o que hemos de dejar de creernos nuestros
pensamientos, nos parece una estupidez, pero resulta que ahí yace nuestro
potencial completo y esta creencia precisamente es la que nos mantiene en la
limitación, en la separación, en el ataque, en la protección.
Hemos dotado al
pensamiento de un poder que por sí mismo no tiene, de hecho el pensamiento, es un instrumento del campo de la
conciencia pero no es lo que somos. La mente pensante es limitada, está
condicionada, es incompleta, nos mantiene en una cajita, en una falsa seguridad, sin poder ver más
allá de ella.
El estado de conciencia plena es una energía, una
experiencia interna, que nos ancla en el presente permitiéndonos percibir la
realidad tal cual es, sin etiquetas, sin condicionamientos, conectados a la
inteligencia universal o la llamada inteligencia del corazón, con lo
que verdaderamente somos, dónde la mente deja de gobernar porque sabe que está condicionada y que cualquier movimiento que venga
de allí, es incompleto, de manera que deja de intervenir y surge una acción
completamente nueva, libre e ilimitada.
Es el gran “cerebro” el corazón, que nos
guía hacia la autorealización .
Es importante comencemos a cultivar este estado interno
del SER si queremos que nuestras empresas permanezcan vivas y disfrutar de
nuestros trabajos. Abasteciéndolas de conciencia, de sentimiento, de sentido,
de confianza, con una clara dirección. Siendo conscientes de nosotros mismos,
tomando responsabilidad por lo que estamos siendo momento a momento, de lo que
sentimos, de lo que proyectamos, de la energía que emitimos al planeta y realizar los
cambios que esta nueva era exige.
El trabajo al cual invito a realizar a directivos es el
DESARROLLO DEL SER.
Actuar libres de condicionamientos, centrados en sí
mismos, permitiéndose sentir sus emociones, manteniéndose en el presente, escuchando su intuición, atreviéndose a ser
creativos, reales, confiados, vulnerables, empapados de la energía del corazón, afrontando los
desafíos con serenidad y eficacia, sin
miedo a equivocarse y sin el temor a lo que pueda suceder.
En definitiva volver a ser ellos mismos, estar claros, confiados y guiar a sus equipos con una nueva fuente de energía liderando el cambio.
El trabajo comienza en la naturaleza e interactuando con
caballos (no se montan los caballos, el trabajo se realiza pie a tierra) porque
nos vemos en acción, en otro ambiente, nuestros sentidos están alerta, recibimos
una respuesta inmediata, libre y honesta en cuanto a lo que sentimos, pensamos y hacemos, percibimos el efecto de lo que transmitimos, de lo que comunicamos y
el resultado que produce en ellos, su disposición a cooperar o a
resistirse. Son animales nobles y
pacíficos dispuestos a servir al humano, dándonos la posibilidad de hacer ajustes, probar,
investigar e indagar hasta alcanzar el efecto deseado.
Al ser una actividad vivida, testada y disfrutada, los aprendizajes
son profundos y duraderos, disuelve la resistencia al cambio y facilita el
proceso hacia la transformación en la organización.
La conciencia es simple no necesitamos complicadas
ecuaciones para llegar a ella, la naturaleza, los caballos son conciencia, son
presencia en acción, interactuar con ellos es un privilegio, es un regalo, es
una oportunidad para conectarnos, para SER humanos.
¡Es una formación que va directa al corazón!
Hasta pronto,
Marianne G.S.
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