Nunca antes había salido al campo de esta manera, ella y yo, sin nada que nos separe y sin nada que pueda utilizar para controlarla o dominarla.
Lo que si nos teníamos era la una a la otra, yo podía saber de ella a través de sus movimientos, sus gestos, sus miradas, su temperatura, su energía, sus sonidos, su sentir … y ella podía saber de mí a través de mis movimientos, mis gestos, mi voz, mi energía, mi sentir… En este vaivén de sensaciones, percepciones e intercambio de información entramos en armonía la una con la otra.
Una de las cosas que tuve claras desde el principio es que podía confiar en ella y así fue y que desde ahí surge la cooperación.
Sabía a dónde nos dirigíamos, iba atenta a ella y al entorno, podía percibir claramente dónde se sentía confiada y allí era ella quien lideraba la situación. En los momentos, que pasaba algún coche o se interponía algo en nuestro camino que resultara extraño para ella, asumía yo el liderazgo. Percibiendo su sabiduría interna y abierta a que me la muestre, dándome cuenta cuándo y dónde debía intervenir.
Durante este paseo los factores que más profundamente me marcaron, fue el respeto hacia el otro, la necesidad de una escucha atenta, la humildad, saber que no estoy por encima de nadie, que siempre puedo aprender del otro, la importancia de estar en el momento presente, atenta y ágil a lo que sucede, la cesión del liderazgo en función del momento, mirar por el bien común, el disfrute, porque ambas disfrutábamos bajo estas condiciones y la conexión que puede surgir entre diferentes especies. Hubo ocasiones en las que me sentía una con ella, como un solo ser.
¿Qué quiero compartir con esto?
Que necesitamos un cambio de paradigma, necesitamos vernos a nosotros, al otro y al mundo de otra manera. El caballo en el mundo de la hípica vive algo similar a lo que viven las personas en muchas organizaciones o en sus puestos de trabajo. Creyendo que hace falta hacer las cosas desde el control, la imposición, una excesiva presión, la superioridad del rango, para que las cosas se hagan y nada más lejos de la realidad de hoy en día. Esta nueva era precisamente lo que nos trae es darnos cuenta que desde aquí nos limitamos.
Necesitamos saber, que toda crisis es una emergencia, es decir, que emerge una nueva conciencia, una nueva mentalidad, una nueva manera de ser y hacer las cosas, para crear nuevas realidades. Precisamente, toda etapa evolutiva avanza, se sostiene si conlleva un desarrollo en la conciencia.
Necesitamos saber que lo que diferencia hoy en día, además del talento y más importante todavía aún, es la capacidad de gestionar la diferencia (sabiendo que la sinergia nace de la diferencia) las ganas de resolver un problema, la voluntad de servir, de ser útiles, la amabilidad, la cooperación, descubrir el potencial de cada persona e incrementarlo. Cuando interioricemos esta actitud, crearemos los espacios y ambientes dónde las personas estén dispuestas a dar lo mejor de sí mismas y hallaremos una nueva fuente de energía, pasión e innovación, maximizando nuestra capacidad, rendimiento y el bienestar de nuestros equipos y estaremos abiertos a ver nuevas opciones y posibilidades a los desafíos que nos quedan por vivir.
Que pases un agradable día,
Marianne
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