¿Por qué sufro por los demás?

Porque estoy proyectando mi propio sufrimiento sobre ellos. Lo cual me impide ver la grandeza de esas personas. He de liberarme primero de mi propio sufrimiento internamente, ponerme en contacto con él, permitirme sentir las emociones y soltarlas, dejarlas ir. 
En el momento en que veo mi fuerza interna, dejo de verles como víctimas y dejan de darme pena. Tenemos la idea de que las personas pobres, enfermas, con discapacidad, o que han sufrido  pérdidas, abandono, o incluso que no se gustan… están siempre tristes. Pero eso no todo el tiempo es así. Yo lo he vivido con una persona cercana a mí, yo creía que siempre estaba sufriendo y que siempre le veía sufriendo y he de reconocer que me molestaba. 

Un día me di cuenta que yo no sentía mi dolor, ni mi sufrimiento, sino que aprendí a apartarlo. 
Ahí comencé a conectarme conmigo, a sentir mis emociones, mi tristeza y lloré todo lo que había reprimido hasta entonces. Ahora puedo ver en esa persona momentos de felicidad, en el cuidado de sus plantas, cuando se pone guapa… e incluso toda su fortaleza, valentía y su salir hacia delante pase lo que pase. 
Ya no pienso pobrecita, ni la veo como una víctima, sino que le muestro toda su grandeza. 

Hemos de tener una cosa clara y es que cualquier cosa que nos afecta en lo externo es un aspecto nuestro, sino ni nos toca. Y necesitamos ver que aquello que juzgamos en el otro es lo que rechazamos en nosotros. Todos tenemos arrogancia, orgullo, celos, envidias, miedos, son inseguridades que surgen de los miedos que experimentamos en nuestra niñez y que queremos tapar. Si los juzgamos o criticamos, esto delata que los estamos reprimiendo. 
Y para mi ésta es una de las cosas que más nos cuesta ver. 

El juicio, la crítica es un truco engañoso ya que todo lo que vemos afuera existe dentro de cada uno de nosotros en mayor o menor grado. La elección de perdernos en esos aspectos o movernos más allá de ellos depende de cada uno, el tema es que si seguimos negándolo comienza a crecer en nuestro entorno haciéndose más y más evidente.
Si lo reconocemos, lo amamos, y lo abrazamos internamente lo sanamos,  de este modo dejaremos de juzgarlo externamente y podremos ver la grandeza de cada ser humano, comenzando por nosotros mismos. Y no es fácil al principio, porque se nos ha enseñado justo lo opuesto a lo que es el comportamiento del amor. 


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